lunes, 12 de septiembre de 2011

Pollito a la cacerola

De pronto dijiste: -me harté del pollo rostizado, quiero otra cosa!-. Y entonces acá vamos de nuevo, con otra receta fácil.
Comprás ¼ de pollo (pechuga o muslo, lo que más te guste). Si lo compraste congelado, vas a darle unos 20 minutos en la función “descongelar” del microondas al momento de cocinarlo. Si no tenés microondas, deberás sacarlo del freezer y dejar descongelar dentro de la heladera un día antes (nunca fuera de la heladera, porque el pollo es una carne delicada que puede desarrollar bacterias fácilmente).
Si sos un colgado, te olvidaste, pero querés cocinar igual: lo ponés en una cacerola debajo de una canilla de agua caliente (y dejás correr el agua, aunque ésta medida es muy poco ecológica!).
Atención! Si comprás el pollo u otra carne en el súper, no te recomiendo que lo hagas un lunes, porque en general no es mercadería fresca (el domingo tampoco!). Te vas a dar cuenta que el pollo tiene un color entre amarronado y verdoso, lo mismo que la carne de cerdo y en la vacuna tiende a un bordó.
Para esta receta, si sos de comer liviano, te recomiendo primero quitar toda la piel del pollo, que no va a ser necesaria para otorgar ningún sabor especial. Vamos a dorar el pollo, entonces lo colocás dentro de la cacerola con apenas un toque de aceite, lo tapás y lo dejás dorar dos a tres minutos por lado. Seguramente se te va a pegar un poco, no importa, lo despegás con tenedor o cuchara de madera y lo retirás del fuego y lo dejás en un plato aparte.
En esta misma cacerola, sin limpiar, vas a colocar berenjenas cortadas en dados de 1cm de lado (con cáscara), las salás un toque y agregás un poco de aceite de oliva (recordá que el oliva es el único aceite que en la cocción no transmite su sabor al producto). Condimentás apenas con un poco de tomillo (si fuera fresco es ideal, pero no importa, podés ponerle seco). Cuando se doran un poco las retirás.
Por otro lado vas a cortar una cebolla en brunoisse (cuadrados chiquititos) y rallar una zanahoria (para pelarla, si no tenés pela papas, usás el canto de cualquier cuchillo). Si no hay rallador las cortás en rodajas bien finitas.
En la misma cacerola, sin limpiar, vas a colocar nuevamente aceite, y dorar las cebollas junto con las zanahorias, las que una vez doradas, también retirás.
Abrís una lata de tomates peritas, los trozás y reservás.
Colocá nuevamente un poco de aceite en la cacerola, y ponés el pollo, las berenjenas y la mezcla de cebollas y zanahorias. Revolvés y se queda un poco seco le agregás un poco más de aceite. Cuando todo comienza a hacer ruidito, bajás el fuego y colocás los tomates cortados, y la pulpa y jugo que resta de la lata. Salpimentás, agregás un poco más de tomillo y tapás.
Como guarnición podés pelar una papa y cortarla en rodajas bien finas y agregar a la cacerola, o hervir la papa aparte, con su cáscara, luego pelarla e incorporarla al final de la cocción. También podés acompañar con arroz blanco, o usar batatas, o calabaza (pero la tenés que cocinar aparte y pocos minutos).
Si no te gustan las berenjenas, usás zapallitos o zucchini (el larguito), o prescindís de ellos y colocás morrones (que debés cocinarlos al principio, porque son más duros).
Si la preparación se va secando, le agregás un poco de agua, enjuagando la lata de tomates para aprovechar el resto de jugo.
Si ya tenías un vino abierto (blanco o tinto) podés ponerle un chorrito cuando recién ingresaste todos los elementos a la cacerola (antes del tomate) para levantar sabores.
Cada tanto probá la preparación, para ver si necesitás rectificar la sal o pimienta.
El tiempo de cocción aproximado es de media hora. Mientras haya suficiente líquido no importa si te pasás un poco (en todo caso el pollo quedará un poco más cocido).
Si tenías un caldo guardado, lo podés agregar en lugar del agua.
Podés hacer esta receta con ½ pollo, y luego te guardás la mitad en el freezer para disfrutar otro día. Si lo vas a conservar en heladera, consumilo dentro de los tres días.
Para servirlo, retirás primero las presas del pollo, luego ubicás a un costado del plato la guarnición, y servís por encima la salsita.
Si sos de los que no soportan ver las verduras, tomás un mixer, y triturás todas las verduras, para que se transformen en una salsita (que luego podés guardar para condimentar por ejemplo un bife).
Recordá que es importante armarse un equipo de cocina de a poco, así podés hacer más fácil todas estas tareas.
Acompañá como siempre con tu bebida preferida. Yo te recomiendo un vinito blanco chardonnay para esta ocasión.
Buen apetito!

2 comentarios: