miércoles, 31 de agosto de 2011

¿TE ANIMÁS CON UN RISSOTTO?

Me vas a decir que no podés, que no da para empezar a cocinar con ésto, que te va a sobrar, que es difícil. Bueno, dejáte de excusas y tomá nota:
Lo primero que necesitás para hacer un rissotto es tener arroz, y el arroz indicado es “doble carolina”, buscá la marca que te parezca, pero te recomiendo usar marcas conocidas, que son realmente buenas. Fijate bien, no es lo mismo arroz parboil, que jamás se pasa, que arroz para recetas cremosas. El parboil tiene un proceso especial que hace que la cáscara no se rompa y el grano no suelte almidón, justamente lo que necesitamos para nuestro rissotto.
Otra cosa importante es tener un caldo. Y esto es muy fácil: comprás un caldito, ponés un jarro o una cacerola con agua fría y disolvés un cubito de caldo de verduras y lo ponés a hervir. Una vez listo lo reservás.
Vas a comprar, sin un poquito de vergüenza, una berenjena (de cualquier color), un zucchini (zapallito largo o italiano) o bien un zapallito común, cebolla de verdeo o una cebolla común), un ají morrón (rojo), una zanahoria, unos 100 grs. de champiñones (o una bandeja). Con esto arrancás, pero podés agregarle las verduras que quieras y también podés prescindir de los champiñones, si te resulta muy caro.
Lavás bien todas las verduras. Luego procedés a cortarlas, todas, excepto los champiñones, en daditos muy pequeños (5mm x 5 mm). No es necesario tener una regla, simplemente cortás pequeño y con cáscara! Este corte se llama brunoisse.
Si no te molesta lavar y tenés alma de gourmet, separás todo en diferentes platos. Si no, lo ponés todo en una fuente, pero separado, porque van a ir a una cacerola en diferentes momentos.
Cada verdura tiene una cocción diferente y es necesario saber que en la cocina “el orden de los factores SI altera el producto”.
En la cacerola ponés aceite de oliva hasta cubrir el fondo ( si no tenés oliva poné la que tengas, pero el sabor cambia) y encendés el fuego. En un minuto va a estar caliente. Allí colocás el morrón y la zanahoria y revolvés con cuchara de madera o la que tengas (pero si tu cacerola es de teflón y revolvés con cuchara de metal vas a dañarla). Dejás dorar un par de minutos, luego agregás la cebolla y las berenjenas (a la que le desechás la pulpa, sólo utilizás la carne pegada a la piel). Seguís revolviendo y bajás un poco el fuego. Si ves que las verduras están secas, le agregás más aceite. Luego agregás los zapallitos, los champiñones cortados en cuartos y otra verdura carnosa o blanda que elijas. Una vez doradas, agregás una taza de arroz doble carolina y revolvés y mezclar todo. Dejás que el arroz tome color nacarado (brillante) y agregás sal y pimienta (poca, es mejor rectificar luego) y alguna hierba para saborizar (ideal tomillo fresco, o un poco de orégano o salvia. No romero, porque es muy invasivo). Si tenés curry, podés colocarle media cucharita de té, le va a dar un sabor muy rico.
Ahora empieza el laburo en serio! Con el fuego bajo, le agregás un cucharón del caldo que preparaste y te ponés a revolver. La cocción te va a llevar 20 minutos aproximadamente, y el secreto es que revuelvas constantemente para romper la estructura del grano y salga el almidón. Cada vez que se seca un poco, le agregás caldo y continuás. Es importante que el caldo esté caliente, porque si lo agregás frío, el grano se contrae y no larga el almidón. Si se te acaba el caldo, y el arroz no está listo, le agregás agua sola pero caliente.
Cada tanto probá el arroz, para ver si le falta sal, o si ya está cocido. Este tipo de arroz te queda bien blando, porque absorbe mucho líquido, así es que no hay problema si se pasa. Al cabo de 20 minutos debería estar listo, pero no hay un tiempo exacto.

TIPS:

Esta es una versión vegetariana, pero podés hacerlo con carne, cerdo o pollo, agregándolos luego de los morrones, en trozos, dorándolos un poco de cada lado y retirándolos luego, para volver a cocinarlos cuando ya el arroz esté nacarado y agregues el primer cucharón de caldo.
Una versión más sofisticada puede ser utilizando únicamente hongos: portobelos, shitakii y hongos de pino, previamente hidratados en vino tinto.
Como condimento podés usar también azafrán ( si sos afortunado de tener un tarrito en tu alacena).
Podés utilizar arroz parboil, con el mismo proceso, pero sin necesidad de revolver constantemente. Te va a quedar rico, pero no cremoso.
Para acompañarlo, en su versión vegetariana, te recomiendo un vino blanco chardonnay o sauvignon blanc o un tinto merlot. Si optás por la versión con carne u hongos, te podés inclinar por un sirah o malbec.
Al final, antes de servir, podés agregarle una nuez de manteca ( un rulito, una tajadita) que le da brillo y untuosidad a la preparación.
Espero tus comentarios sobre cómo te salió, dudas, o nuevas propuestas.

2 comentarios: